RECUCANTE
Vivaracho, alegre.
Se decía cuando alguien había estado enfermo y ya se encontraba bien.
- Mi hija ha estado con la tosferina y en unos días no ha ido a la escuela para no pegársela a los otros niños. Pero ya está tan recucante.
En el pueblo las enfermedades duraban pocos días porque la visita de D. Juan y los remedios caseros se encargaban de levantar el ánimo y hacer huir por la Callejina a las enfermedades.
Las mujeres enfermas, si tenían que cuidar los hijos, o aquellas que debían atender el ganado a falta del marido, que estaba buscando el pan y " ganando el jornal " lejos del hogar, debían acelerar la curación.
- Aquí las enfermedades ligeras duran muy poco. Muchas veces ni siquiera me llaman. Las mujeres mayores se encargan de curar gripes, catarros, resfriados, dolores de barriga y otras zarandajas. El médico para las cosas " gordas " que, muchas veces, no tienen solución, le escuché en alguna ocasión a D. Juan.
Unas hierbas " milagrosas " que aparecían en cualquier pared de un huerto, los vahos, los fomentos, la leche caliente con aguardiente " quemada ", y otros muchos remedios que vecinas y parientes recomendaban y el enfermo y la enferma seguían " sin rechistar " con la confianza del remedio " milagroso, eran la medicina de Cereceda.
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