LA CAPILLA DOMICILIARIA
Es una costumbre nacida en el siglo XV y de la que fueron precursores los frailes franciscanos. Se las denomina también hornacinas.
Las primeras capillas llevaban las imágenes de la Virgen del Carmen, de San Antonio de Padua o de San Francisco de Asís. Desde entonces muchas advocaciones marianas han recorrido los hogares de los pueblos llevando a las casas la cercanía y el amparo de la Virgen María.
La costumbre de hacerlo ha mantenido unas " normas " que, hasta hace pocos años, han permanecido inamovibles en los pueblos.
Cada capilla solía contar con un grupo de 30 hogares ( domiciliarias ) de modo que la capilla torna al primer hogar a la finalización del mes.
El turno pasa de vecino en vecino con una noche en cada casa, para que los miembros de la familia puedan velar la imagen y realizar algún rezo conjunto. En muchos pueblos era costumbre el rezo del santo rosario.
Las capillas suelen llevar pegado a un lateral una oración de bienvenida y una oración de despedida.
Acostumbran tener una cajita con una ranura y una llave en la que depositar limosnas, destinadas a la ayuda de los gastos de mantenimiento de la iglesia parroquial.
Etiqueta Costumbres.
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