UNA BURRA QUE " SABIA LATIN "
Esta es la historia de una burra que tenía mi abuela Fausta y que en mi casa la utilizábamos para ir a buscar vino a la Sierra - San Martín, Las Casas, Sequeros y Villanueva - o para ir a Tamames a buscar gaseosas a la fábrica que allí había.
Cuando iba a buscar gaseosas llevaba tres cajas atadas con la " volvedera ", una a cada lado y la otra en medio, en lo alto del aparejo. El mismo método era el empleado para la vuelta. A la ida tres cajas vacías y a la vuelta tres cajas llenas. Yo caminaba detrás de la burra.
La burra, que " sabía latín, " iba muy contenta con el poco peso de la carga en un viaje de unos 12 km porque a la salida de Aldeanueva cogíamos un camino que nos llevaba al ferial de Tamames, pero al regreso, el camino era más largo - 13,3 km - porque lo hacíamos por la carretera.
Cuando la burra se cansaba, al comenzar la subida a la casilla de Aldeanueva, " se abría de patas " y decía que ya no continuaba el camino. Yo la cogía del rabero de las " cabezás " y la animaba a seguir el viaje, porque solía emplear el método de echarse con la carga. Si ocurría esa " faena, " era necesario desatar las cajas, quitárselas de encima, levantarla y cargar de nuevo las cajas de gaseosas.
Yo solo, con 9 - 10 años, no podía hacer ese trabajo. Yo le decía palabras de ánimo, y rezaba. Rezaba para llegar al alto de la Casilla. Desde allí todo era cuesta abajo.
La llegada a la Esquina era para mí un momento de alegría pues las gaseosas y yo habíamos llegado al pueblo " sanos y salvos."
Hoy me gusta caminar, subir a la Peña de Francia, ir a Zarzoso, visitar a mis amigos de La Bastida o de La Nava, y darme un paseo hasta El Cabaco, gracias a mis caminatas detrás de una burra que " sabía latín ".
Etiqueta Cosas de mi vida.
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