EL " CAPACHO "
Nosotros llamamos capacho al capazo.
Es una cesta flexible de palma o esparto, más ancha por arriba que por abajo, con dos asas en el borde, que se suelen agarrar juntas.
- Coge el capacho y vete a comprar dos panes a casa del señor " Pólito "
Esa orden de mi madre se completaba con acercarme a la puerta de arriba de la cocina y coger el capacho Detrás de la puerta descansaba el capacho.
El capacho tenía un ribete de tela alrededor del borde, que mi madre le había cosido para que no se rompiera con el roce.
A mi me gustaba el capacho para ir a " hacer los " recaos " al comercio de Fortunato, para ir a buscar el pan o para ir a casa de mi abuela. La casa de mi abuela era, en muchas ocasiones, una buena tienda de alubias, garbanzos, fréjoles verdes, cebollas y ajos.
Cuando la compra pesaba mucho me lo ponía al hombro y cruzaba la plaza, camino de mi casa, todo " chulo " con mi capacho.
Para comprar leche, huevos o llevar la comida a mi padre, que estaba en las tierras o en el monte, nunca me gustó el capacho. Prefería la cesta de mimbre comprada a los gitanos que bajaban de Béjar a la feria de Ciudad Rodrigo. Se paraban en mi casa. Cortaban las mimbres, las pelaban y llenaban el pueblo de cestas elegantes.
El último capacho que yo ví en casa de mis tíos estaba forrado de tela por dentro y tenía unas flores de adorno cosidas en el exterior.
Alicia me contó que a su comercio iban las mujeres con el capacho. Entonces no había bolsas de plástico. Ima, la última tendera de Cereceda, también recordaba los capachos de las vecinas que se llenaban con dos panes y un kilo de azúcar.
Hoy, cuando yo voy al pueblo en verano, nadie lleva un capacho " a buscar el pan. "
- Ya no quedan capachosos tras la puerta de la cocina. Y pronto, en la cocina, no quedarán ni fuelles ni tenazas.
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