lunes, 12 de marzo de 2018


EL TESTAMENTO.






Mi amigo párroco me ha contado hoy una anécdota de un Cardenal del otro lado del Atlántico.
Este hombre - me ha dicho mi amigo - presume siempre de una frase de su padre : " hijos, yo no les voy a dejar herencia. Eso solo sirve para pleitos. Les dejaré educación. Eso nadie se lo podrá quitar."
Mi amigo me ha dicho que la persona que le ha contado ese testamento paterno se llama Gregorio Rosa Chávez, el primer Cardenal salvadoreño.
En los pueblos pequeños de Castilla en los años posteriores a la Guerra se escuchaba esta frase " a mí me gustaría dejarles a mis hijos una carrera."
En un pueblo cercano a Cereceda un hombre sentado al sol del mes de Mayo junto a la tapia de una casa medio derruída me contó cómo había gastado su " capital " de pueblo : A mi hijo le dí estudios de médico, a una de mis hijas la hice maestra y a la otra enfermera. Como ve no tengo nada, porque tuve que vender alguna tierra y algún " prao ". Cuando terminaron los estudios solo tenía unas cuantas ovejas del rebaño que yo tuve cuando era joven. Mi mujer me decía  no tenemos tierras ni rebaños pero tenemos los tres hijos con carrera."
Ese era el " capital " de aquellas pobres gentes de los pueblos, aquellos matrimonios de los años siguientes al final de la Guerra.
Hoy, cuando voy a un pueblo próximo a Cereceda, acudo a saludar a un matrimonio muy amigo de mis padres. " Nos hemos matado a trabajar - me dicen - pero tenemos dos hijos, el uno médico y la otra enfermera."
" Les dejaré educación. Eso nadie se lo podrá quitar. "

   Foto es.wikipedia.org.

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