EL CHIFLO
El chiflo era el reclamo para que las mujeres salieran de las casas.
El mejor era de madera de boj. El número de agujeros era variado y se los suavizaba con aceite de oliva. Para " untarlos " se utilizaba una pluma de ave.
El afilador emitía sones. En algunas comarcas de Castilla se parecían a los sones del " capador " cuando iba por las calles pregonando su oficio. En Cereceda el capador se anunciaba con un bando al anochecer del día anterior al que visitaba el pueblo.
El afilador acababa su " anuncio " con un arpegio, que iba de las notas graves a las notas agudas.
Recuerdo que acudía a Cereceda un afilador al que los mozos le pedían que tocase el chiflo en la taberna de mis padres, y " lo invitaban a vino por lo bien que lo hacía."
Además aquel afilador, cuyo nombre era un un apodo en gallego, tenía una voz elegante y algo triste con la que entonaba canciones de su pueblo orensano. Muchas noches lo acompañaban los portugueses que cenaban bacalao y dormían en el pajar de mi casa.
Las canciones llenaban la cocina de " saudade " y mi padre las convertía en alegría con las canciones de Radio Andorra, en una radio que su compadre Pedro, " el catalán ", tenía en el bar - tienda de mi casa para venderlas.
Hoy, cuando el chiflo del afilador se oye en las calles próximas a mi huerto, salgo siempre a la calle para recordar a las mujeres de Cereceda que siempre tenían alguna tijera para afilar a cambio de que él les prometiera tocar el chiflo para que lloviera.
- Si se oye al afilador, seguro que pronto llueve, decía mi madre.
La rueda y el chiflo del afilador traían hasta Cereceda la lluvia desde Galicia.
- Ahora no llueve porque ya no vienen los afiladores.
Tampoco vienen los trilleros, ni los vendedores de barriles, ni los vendedores de mantas, ni el camión de las naranjas... muchos días, ya no viene ni el coche de línea.
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Etiqueta Personajes.
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