viernes, 20 de abril de 2018


LA CUEVA DE MONTESINOS







" Las cuatro de la tarde serían..."   Así comienza el capítulo XXIII de la segunda parte de El Quijote.

Hace unos días yo prometí publicar una " pequeña " historia sobre El Quijote.
Aquí la tienen.
En el mes de Junio del año 1.965 yo comencé los exámenes de 1º de Letras con un examen de Lengua Castellana. Entonces la UNED estaba " durmiendo el sueño de los justos " y los alumnos que queríamos estudiar y trabajar al mismo tiempo, éramos considerados alumnos Libres.
Ese examen de Lengua Castellana tenía fama de ser " muy difícil " porque el profesor era D. Fernando Lázaro Carreter. La prueba tenía tres partes : Unas preguntas de Gramática castellana, un dictado " terrorífico " pues una falta de Ortografía y una tilde desaparecida significaban suspenso, y una redacción - así se decía entonces - sobre un tema literario.
D. Fernando comenzó por el final para " que ustedes se animen  y comiencen bien el examen " nos dijo.
- Escriban sobre este tema , que es el capítulo XXIII de la segunda parte de El Quijote , la cueva de Montesinos.
Y leyó despacio el título del capítulo : " De las admirables cosas que el estimado don Quijote contó que había visto en la profunda cueva de Montesinos, cuya imposibilidad y grandeza hace que se tenga esta aventura por apócrifa ".
El examen era en un aula gigante, con bancos corridos, de la Facultad de Derecho que estaba en la Plaza de Anaya, junto a la cochera de San Isidro,. Punto de llegada y de salida del coche de línea que iba a Cereceda.
La escena fué una desbandada. El aula quedó casi vacía. La mayoría de los futuros estudiantes de Filosofía y Letras no habían leído El Quijote.
Un joven sacerdote, con sotana y sonriente, le dijo a D. Fernando :
- Debe usted aprobarnos a todos los que quedamos porque nosotros hemos leído El Quijote.

                            Foto  www.google.es

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