miércoles, 20 de diciembre de 2017

EL CARIÑO DE LOS ABUELOS  ( continuación )




Yo me reitero AGRADECIDO, con mayúsculas, a mis abuelos, a reconocer que genealógicamente les debo mi vida, los cuales fueron engendro de mis padres.
Quiero reflejar ahora una moraleja que me enseñó uno de mis abuelos:
 Un hijo fué a llevar a su padre, cuando era anciano, al mal llamado hospicio ( llámese residencia de aquellas fechas ). El medio de locomoción era un borriquillo ( en aquellas fechas no había coches ). La vía era un camino pues no había carretera del pueblo al lugar de destino.
Cuando habían andado unos kilómetros llegaron a un lugar en el que había al borde del camino unas piedras que, por su configuración, se llamaban asentaderos. En el momento del descanso, el padre dirigiéndose a su hijo, le dijo : En estas mismas piedras nos sentamos mi padre y yo cuando lo fuí a llevar al hospicio. El hijo, entrado en un profundo estado de reflexión, dijo a su padre : Padre, volvámonos para casa, no quiero que mis hijos algún día se sienten en este mismo lugar conmigo y para el mismo fin.
Bonita lección para aprender.

                                             Isidro Marcos Martín, GATO 2.017.

    Fotos   www.google.es



Etiqueta olaboraciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario