El corazón me revienta
de placer, no sé de tí.
¿ Cómo te va ?. Yo, por mí,
sospecho que estás contenta.
Alegre estoy, vive Dios :
mas oye un punto sutil :
¿ No pusiste allí un candil ?
¿ Cómo me parecen dos ?.
Pero son preguntas viles.
Ya sé lo que puede ser :
con este negro beber
se acrecientan los candiles.
Probemos lo del pichel,
alto licor celestial,
no es el aloquillo tal,
no tiene que ver con él.
¡ Qué suavidad ¡- ¡ Qué clareza ¡.
¡ Qué rancio gusto y olor ¡.
¡ Qué paladar ¡. ¡ Qué calor ¡.
¡ Todo con tanta fineza ¡.
Mas el queso sale a plaza
la moradilla va entrando,
y ambos vienen preguntando
por el pichel y la taza
Prueba el queso, que es extremo,
el de Pinto no le iguala;
pues la aceituna no es mala
bien puedes bogar su remo.
Haz, pues, Inés, lo que sueles,
daca de la bota llena
seis tragos; hecha es la cena,
levántense los manteles.
Ya que, Inés, hemos cenado
tan bien y con tanto gusto
parece que será justo
volver al cuento pasado.
Pues sabrás, Inés, hermana,
que el portugués cayó enfermo....
Las once dan, yo me duermo,
quédese para mañana.
Baltasar del Alcázar.
Sevillano de pura cepa, nació en 1.530 de una familia de judíos conversos, de ahí su alabanza de la morcilla, y murió en Ronda en 1.606. No publicó ni un solo poema en su vida.
Foto www.google.es
Etiqueta Literatura.
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