miércoles, 6 de diciembre de 2017

EL LINO   ( continuación )

Las gavillas se llevaban a casa para esgargolarlas y quitar las semillas.
Se esgargolaban en el machadero que había en las puertas de todas las casas de Cereceda. Todavía quedan algunos machaderos que sirven de " charlas de verano " en las noches de vacaciones en el pueblo. ( Es " famoso " el machadero de la señora Asunción " frente al bar Flores ).
El método era igual al empleado para limpiar las alubias : Se lanzaban al aire para que perdieran la semilla o bien mediante el paso de una criba a otra, con una manta debajo para recoger las semillas.
Las semillas se guardaban.
Se usaban para hacer cataplasmas cuando alguien tenía pulmonía.
Luego las gavillas se llevaban al río a una corriente de agua ( como se hacía con los chochos " salaos " ) y se dejaban allí hasta que se pudrían un poco. El lugar ideal era el Periquito en el río Cerezo o río Chico.
El paso siguiente era el secado. Después a " machar " en el machadero con una maza como la que se usaba para " machar " los garbanzos. Así se quedaba la hebra y las espadaban. Lo más fino quedaba en la mano. A continuación se rastrillaba con una tabla con muchas puntas y se sacaban las hebras. Yo tengo en mi casa del pueblo dos rastrilladores, uno rectangular y el otro triangular.  Son un armazón con esa forma hecho de listones de madera que tienen clavadas muchas puntas con dos picos, uno clavado en la madera y el otro al aire para rastrillar. Son dos tesoros, recuerdo de mi bisabuela y que mi abuela Fausta usó antes de la Guerra ( Años 30  del siglo pasado ).







Una vez pasados los manojos por el rastrillo se obtenían tres tipos de fibra :
. Estopa o hilo gordo para costales  de trigo.
. Arrotas para costales de harina
. para sábanas y camisas.
La rueca y el huso entraban en escena en ese momento para hilar al estilo de como se hacía con la lana. Ovillos y madejas nacían de las manos de las mujeres del pueblo.
Las madejas se blanqueaban cociéndolas en agua con ceniza. Se echaban en una cesta de mimbre para que se escurrieran y se lavaban con agua clara en el río, siempre  con jabón casero.
Los ovillos se llevaban al tejedor para que los convirtiera en " piezas de lino ".
Esas piezas, que, según me han informado Paca y su esposo Arístides, las tejían en La Alberca, volvían al pueblo y
- " Se lavaban en el río, se ponían al sol y se mojaban de vez en cuando, igual que la ropa lavada en el río, y cuando se secaban quedaban blancas que daba gusto verlas ", palabras de Paca.
El último paso era transformarlas en sábanas, camisas o manteles de lino.

                               Parte de la información obtenida de la Revista Folklore nº 393.
                                                       ( Prádena del Rincón. Madrid. España )

                             Fotos  www.google.es

Etiqueta Agricultura.

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