Esta frase significa precaución, una precaución escarmentada, aprendida con la vida. La frase es de Cervantes. Figura en el Prólogo de la Parte II de El Quijote.
Cuenta Cervantes que allá en Córdoba, la preciosa ciudad andaluza a orillas del Guadalquivir, había un desvariado que dio en la chifladura de llevar sobre la cabeza un pedrusco - palabra presiosa que se usa mucho en Cereceda - de mármol, y, en cuanto veía algún perro descuidado, se ponía junto a él, todo lo vertical que podía, y dejaba caer sobre él su cantazo. Nosotros llamamos canto o cualquier piedra sea pizarra o cualquier otro tipo de piedra.
Pero una vez el perro lapidado resultó ser el podenco de un bonetero ( persona que fabrica o vende bonetes ), que lo tenía en grandísima estima. El dueño, enarbolando la vara de medir, " cerró contra el loco y no le dejó hueso sano."
Escarmentó con esto el loco, al menos por una temporada, y, cuando pasado un corto tiempo quiso volver a las andadas, se colocaba junto al perro que estaba tumbado en la calle o a la puerta de alguna casa, y , mirándolo " de hito en hito ", aunque fuese un chucho de poco más o menos, decía escaldado " éste es podenco, ¡guarda ¡ ". Y seguía su camino con la piedra a la cabeza.
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Etiqueta Frases castellanas.
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